martes, 29 de marzo de 2011

Los medicamentos y las patentes: el precio de la salud

El proceso mediante el que se consiguió la erradicación de la viruela es un ejemplo de cómo la cooperación internacional puede ayudar a los seres humanos a verse libres de una terrible enfermedad. El éxito se debió a la existencia de una vacuna muy efectiva que fue utilizada en todo el mundo, en una campaña sin precedentes auspiciada por la OMS, y que tuvo como resultado la desaparición de la enfermedad en 1980. Existen nuevas enfermedades, nuevas plagas que causan millones de muertos cada año, y la investigación para encontrar remedios efectivos contra ellas requiere de la inversión de recursos humanos y económicos ingentes.

Estos recursos son aportados por grandes empresas farmacéuticas multinacionales a cambio de unos derechos de patente que les permite explotar sus descubrimientos. Este sistema basado en la economía de mercado y válido en principio, encierra sin embargo un aspecto perverso. En países con un nivel de desarrollo muy bajo, a acceso a los medicamentos necesarios para la lucha contra algunas enfermedades es imposible debida a sus altos precios. Sin embargo, los costes de  fabricación de la mayor parte de los fármacos son relativamente bajos, una vez que se han completado las fases de investigación y desarrollo. Por esta razón, los gobiernos de muchos países tratan de incentivar la fabricación de medicamentos genéricos que son equivalentes y tienen precios mucho más asequibles, pero esto solo es legalmente posible tras finalizar el periodo de vigencia de las patentes.

 En la lucha contra los medicamentos genéricos, las compañías farmacéuticas están tratando de prorrogar la validez de sus patentes. Alegan que si no hay patentes no podrían continuar investigando. Sin embargo, también parece lógico pensar que si se prorrogasen las patentes tampoco tendrían mucho interés en nuevas investigaciones. La solución podría estar en la colaboración de grandes fundaciones o en la creación de un gran fondo internacional del medicamento en el que participarán los gobiernos de los países desarrollados, las grandes empresas farmacéuticas y la OMS.